07 agosto 2006

El niño y el árbol (podría ser publicidad para greenpeace, que asco)

Casi sin darse cuenta, el pobre niño había terminado de bruces, dando un sangriento beso a la tierra. Se levantó llorando con los dientes entre bermellón y marrón. Bronca era todo lo que tenía en su pequeña, pero no tan blanca alma, cómo un inmóvil árbol podía interrumpir de aquella manera con su tránsito y lastimarlo sin compasión. Tanta era su furia, que se dio vueltas y comenzó a patear hasta romper sus zapatillas contra la raíz del árbol que le había hecho tremenda zancadilla. El omnisciente, pero inmóvil anciano de rugosa piel rió con ganas, e hizo mover sus ramas con un gesto socarrón. Abrumado el niño de tan descarada acción tomó el asunto como un duelo personal y fue corriendo hasta su casa. Volvió con una caja de fósforos y un poco de gasolina, entonces roció al mayor y le prendió fuego. Tamaño incendio se propagó por todo el bosque quemando cuanta vegetación se puso en frente, y alguno que otro animalito. Cuando finalmente todo quedó hecho un campo de carbones erectos y cenizas esparcidas por fin exclamó ¡Quién es el Rey de la naturaleza ahora eh! El tronco carbonizado del viejo se movió con el mismo gesto socarrón.

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