Caminando por la calle cayó la noche y no me di cuenta, el frío es agradable, hay pocas personas circulando, aunque nada me recuerde más a la última mujer que he besado. El Whisky esa noche tenía sabor a sexo, aún hoy existe un recuerdo vago del perfume de su cuello. Es fácil recordar mujeres cuando se está vagando por las calles de la ciudad, y mucho más cuando se ha perdido lo suficiente. Hiere sin piedad la desesperación.
Las situaciones sobrenaturales han carcomido mi frágil psiquis. Sé que hay gente extraña por todos lados, un imperio de degradación humana alrededor, me quieren convencer que lo que hacen está bien pero ya elegí. Me quedo del lado de afuera, y prefiero entrar solo al bar oscuro, ya he descubierto a los mediocres aprendices de vampiros que me están siguiendo, además en este bar no se ve bien y la música aturde, será un tanto más difícil encontrarme.
La cerveza se acaba y mejor es seguir caminando no debo permanecer mucho tiempo en el mismo lugar ¿De qué o quién estoy huyendo? El colectivo ya dejó de circular, pero siempre pasa algún auto que te lleva por un mango al barrio. No creo que vuelva por allá, demasiadas cosas terribles sucedieron ahí, tengo miedo que los caníbales coman de mi mente. Hay que andar con cuidado por todos lados, nadie muestra su condición, están camuflados, existe un sortilegio que los envuelve. Parecen normales pero luego mutan en formas extrañas, las manos se ponen huesudas y deformes, los dedos se alargan, sus ojos se inyectan en sangre y comienzan a acechar. Algunos comen las mentes, otros te hipnotizan para luego comer tu sexo, están entre la gente, uno nunca sabe bien quién es quién, hay que andar con cuidado. He conseguido un arma, la llevo siempre conmigo. Dispara balas inteligentes.
Aquella vez con esa mujer caí presa de su conjuro, no tenía el arma todavía, me sedujo, no pude resistir, succionó de a poco algo en mi conciencia. Siento todo el tiempo que falta algo, no puedo determinar cuál es la parte ausente. No creía en historias de brujos y vampiros hasta ese momento, ahora estoy seguro de ello ¡Qué falta! Hay una sensación de tristeza y humillación, me falla la memoria y mis pensamientos se pierden, quedo envuelto en confusión y oscuridad. Recuerdo un poco que había salido desprovisto de abrigo a comprar algunos libros para leer durante el invierno, ya estaba podrido de releer una compilación de cuentos fantásticos de Poe. No es que Poe sea desagradable, sino que la quinta o sexta vez termina por aburrir. Hojeando libros en la librería me quedé pasmado al ver la figura de ella, tenía el pelo castaño y llevaba un vestido largo, una herida en la tela dejaba ver sus pantorrillas, me quedé mirándola algún tiempo, no sentía vergüenza alguna de admirar su belleza, a pesar que sabía de su incomodidad. En algún momento comenzamos a charlar, tenía un suave perfume a jabón, el más hermoso de todos. Después estábamos enredados en su cama y a partir de ahí todo es confuso, no entiendo bien que hechizo echó sobre mí.
Ahora en ciertos momentos tengo que perderme en la oscuridad de mi habitación a solas, no quiero que esto sea así por eso sigo deambulando, pero las uñas me comienzan a crecer y las venas de mis manos se hinchan desmesuradamente... No me atrevo a mirarme... ¡Qué me ocurre! ¡Dónde está mi alma!
Las situaciones sobrenaturales han carcomido mi frágil psiquis. Sé que hay gente extraña por todos lados, un imperio de degradación humana alrededor, me quieren convencer que lo que hacen está bien pero ya elegí. Me quedo del lado de afuera, y prefiero entrar solo al bar oscuro, ya he descubierto a los mediocres aprendices de vampiros que me están siguiendo, además en este bar no se ve bien y la música aturde, será un tanto más difícil encontrarme.
La cerveza se acaba y mejor es seguir caminando no debo permanecer mucho tiempo en el mismo lugar ¿De qué o quién estoy huyendo? El colectivo ya dejó de circular, pero siempre pasa algún auto que te lleva por un mango al barrio. No creo que vuelva por allá, demasiadas cosas terribles sucedieron ahí, tengo miedo que los caníbales coman de mi mente. Hay que andar con cuidado por todos lados, nadie muestra su condición, están camuflados, existe un sortilegio que los envuelve. Parecen normales pero luego mutan en formas extrañas, las manos se ponen huesudas y deformes, los dedos se alargan, sus ojos se inyectan en sangre y comienzan a acechar. Algunos comen las mentes, otros te hipnotizan para luego comer tu sexo, están entre la gente, uno nunca sabe bien quién es quién, hay que andar con cuidado. He conseguido un arma, la llevo siempre conmigo. Dispara balas inteligentes.
Aquella vez con esa mujer caí presa de su conjuro, no tenía el arma todavía, me sedujo, no pude resistir, succionó de a poco algo en mi conciencia. Siento todo el tiempo que falta algo, no puedo determinar cuál es la parte ausente. No creía en historias de brujos y vampiros hasta ese momento, ahora estoy seguro de ello ¡Qué falta! Hay una sensación de tristeza y humillación, me falla la memoria y mis pensamientos se pierden, quedo envuelto en confusión y oscuridad. Recuerdo un poco que había salido desprovisto de abrigo a comprar algunos libros para leer durante el invierno, ya estaba podrido de releer una compilación de cuentos fantásticos de Poe. No es que Poe sea desagradable, sino que la quinta o sexta vez termina por aburrir. Hojeando libros en la librería me quedé pasmado al ver la figura de ella, tenía el pelo castaño y llevaba un vestido largo, una herida en la tela dejaba ver sus pantorrillas, me quedé mirándola algún tiempo, no sentía vergüenza alguna de admirar su belleza, a pesar que sabía de su incomodidad. En algún momento comenzamos a charlar, tenía un suave perfume a jabón, el más hermoso de todos. Después estábamos enredados en su cama y a partir de ahí todo es confuso, no entiendo bien que hechizo echó sobre mí.
Ahora en ciertos momentos tengo que perderme en la oscuridad de mi habitación a solas, no quiero que esto sea así por eso sigo deambulando, pero las uñas me comienzan a crecer y las venas de mis manos se hinchan desmesuradamente... No me atrevo a mirarme... ¡Qué me ocurre! ¡Dónde está mi alma!
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